Una hermosa acción
Iba yo en un micro sentado en la
parte del fondo, en el pasadizo iban de pie un señor y dos y una señora, porque estaban ocupados todos
los asientos. Nadie se movió para ofrecer su asiento a la señora. Subió micro
después una señora de edad. Con desaliento miro al interior todo ocupado, con
resignación se apoyó con las dos manos en el respaldar de un asiento. Los que
la vieron, aparentaron no verla, pero un niño de unos nueve años, que estaba
algo más adelante, cuando diviso a la anciana, se levantó rápidamente y le
dijo:
_ señora, aquí tiene asiento.
La anciana se adelantó
trabajosamente. Se sentó dando un suspiro de alivio. Envolvió al niño en una
mirada de cariño, y le dijo con voz suave:
_ ¡muchas gracias, hijito, muchas gracias!
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