Un misterio aclarado
Aquí, en el campo, he conocido a
un muchacho que me gustaría que fuese tu amigo.
Va todos los días al pueblo para
vender limones; algunas veces lleva huevos de gallina y también frascos de
miel.
Grandes y chicos se entretenían
oyendo sus sagaces respuestas. Cuando alguien le preguntaba:
_ ¿quieres trabajar en mi casa?
_lo consultare con mi señor
_ ¿señor? -lo observaban- ¿desde
cuándo lo tienes?
Pero él nada decía y continuaba
su camino, silencioso y humilde.
A cualquier cosa o tarea nueva
que se le proponía, el niño invariablemente contestaba: “lo consultare con mi
señor”.
Y la gente curiosa comentaba:
_ ¿su señor, dice?... ¿qué señor
puede tener si su padre murió hace cuatro años y vive solamente con su madre
viuda?
Muchas preguntas acusadoras le
dirigían y él respondía siempre en igual forma.
Picada la indiscreta curiosidad
de los vecinos del pueblo, resolvieron observarlo. ¿Habría alguien que lo
guiara, aconsejara y amparara? ¿Quién era aquel señor desconocido a quien
siempre aludía con un tono tan lleno de respeto?
Al regresar el pequeño
comerciante a su pobre casita lo siguieron sin que él lo notara. A cierta
altura del camino había un Cristo de piedra. Al llegar allí,
………..(aun no encuesto el final, pero seguiré buscando, cuando termine lo completo)...........
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