LAS RIQUEZAS DEL HOMBRE
Había una vez un hombre que, descontento de
su suerte, se quejaba ante Dios exclamando:
- Dios manda riquezas a los otros y a mí no
me manda nada.
Un
anciano que oyó sus palabras de dijo:
- no eres tan pobre como crees. ¿No recibes
de Dios la juventud y la salud?
Y el hombre contesto.
-no digo que no y me siento orgulloso de mi
fuerza y juventud.
El viejo tomo la mano derecha de aquel hombre
y luego le pregunto:
-¿te dejarías cortar esta mano por mil soles?
-¡no, ciertamente que no!
-¿y la izquierda?
-tampoco.
-¿consentirías quedar ciego por mil dólares?
-¡Dios me libre de ello! No daría ni un ojo
por la más bonita suma.
Y entonces, el anciano añadió:
-te quejas en balde, pues el Señor te dio
algunas riquezas.
L.T.
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