domingo, 13 de marzo de 2016

EL LOBO Y EL CORDERO
Impulsados por la sed, se acercaron a beber a un mismo arrollo un Lobo y un Cordero.
En la parte superior estaba el Lobo; más abajo el Cordero.
El Lobo, ni para que decirlo, se engolosino con el Cordero.
-tengo listo el almuerzo- pensó el muy bellaco.
Mas queriendo salvar las apariencias, antes que obedecer al natural instinto, que lo impulsaba a saltar sin preámbulo encima de aquel pobre inocente, se hizo el amoscado y con ronca voz de dijo:
-¡eh, bribonzuelo! ¡A ti te hablo! ¿Cómo te permites ensuciar con tus asquerosos labios el agua que yo bebo?
-señor Lobo, usted se equivoca- insinuó el Corderito- ¿Cómo puedo yo enturbiar el agua que usted bebe, si yo estoy más abajo y está llena a mi después que usted ha bebido?
-no me vengas con razonamientos. ¡Si no lo enturbiaste hoy, ahora me acuerdo, fue ayer!
- imposible, ayer no salí de casa, porque estaba resfriado.
Y ya se preparaba a dar el salto ritual, cuando una voz cavernosa le heló la sangre en las venas y lo hizo parar en seco.
-¿el tío?
-¡Presente! ¿Qué se le ofrece?- y un condenado carnero, o mejor, un carnerozo, con un par de larguísimos y puntiagudos cuernos, se adelantó amenazador.
-¡nada, nada! Echábamos un párrafo con el sobrino sobre la frescura de esta agua. ¡Hasta luego!...
-¡adiós pollo!
Y se alejó, rabo entre las piernas, canturreando un estribillo mientras pensaba:

-¡el mundo está lleno de agua fiestas!...

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