EDUCANDO AL CORAZÓN
Un anciano maestro paseaba una vez con su
discípulo suyo por un espeso bosque.
De repente se detuvo y señalo cuatro plantas
que estaban al alcance de su mano.
La primera apenas había salido del suelo, la
segunda había crecido un poco ya , la tercera tenía el tamaño de in arbusto y
la curta era ya un árbol.
-arranca la primera, dijo el anciano a su
discípulo.
El niño la arranco con los dedos.
-ahora saca la segunda.
El niño lo hizo, pero no tan fácilmente.
-la tercera ahora.
El niño tuvo que poner a contribución todas
sus fuerzas para arrancarla del suelo.
-por último, arranca la cuarta
Pero ¡ah! el tronco de aquel árbol era tan
grueso que el niño juzgo imposible arrancarlo.
Entonces, el maestro le explico así esta
lección:
-he aquí, hijo mío, lo que sucede con los
malos hábitos. Cuando están en su principio, se puede con poco cuidado
extirparlos; pero si dejamos que esos hábitos malos echen raíces, en nuestra
alma, entonces no abra poder humano capaz de arrancarlos; solamente lo podrá la
mano del Todopoderoso.
Por esta razón, hijo mío, cuídate de los
primeras faltas y caídas.
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